viernes, 24 de octubre de 2014

MANIFIESTO 

Vivimos tiempos de cambios profundos. Aprovechando el contexto de crisis, los poderes económicos han emprendido una abierta ofensiva contra los derechos y las conquistas sociales de la mayoría de la población. Asimismo, el anhelo de democracia real es cada vez más intenso en las plazas, en la calle, en la red pero también en las urnas.

Durante los últimos años, multitud de movimientos e iniciativas ciudadanas han denunciado la estafa que sufrimos y han evidenciado la incapacidad de la vieja política para dar respuesta a las necesidades de la gente. Estas iniciativas, sin embargo, a menudo se han topado con la arrogancia de unas élites que se sienten impunes, que no subsanan sus errores y que ahora nos quieren imponer una segunda transición para que nada cambie.

No nos podemos permitir un nuevo bloqueo institucional desde arriba que nos deje sin futuro. Debemos fortalecer, más que nunca, el tejido social y los espacios de auto organización ciudadana. Pero ha llegado la hora, también, de re-apropiarnos de las instituciones para ponerlas al servicio de las mayorías y del bienestar común.

Para demostrar que lo sabemos hacer de otra manera tenemos que ir paso a paso. Y el primer paso es empezar por lo que conocemos de cerca: el ámbito municipal, nuestra ciudad, nuestros barrios. Novelda es un espacio importante para la rebelión democrática que se necesita. En primer lugar, porque ya dispone de un tejido asociativo y cuando ha decidido movilizarse, ha logrado cambiar decisiones equivocadas. Segundo, porque una rebelión democrática en Novelda no sería un fenómeno meramente local. Conectaría con muchas iniciativas hermanas que buscan romper desde abajo con el actual régimen político y económico. En nuestro país, en el conjunto del Estado y en Europa.
Porque creemos en el derecho a decidir, queremos decidir, aquí y ahora, como debe ser la Novelda que necesitamos y deseamos. Estamos hartos de prepotencia, conformismo y de la ausencia de participación ciudadana en la política municipal.

Queremos una ciudad que promueva la honestidad de los gobernantes. Se debe poner fin a la acumulación de cargos, limitar los sueldos y mandatos, impulsar agendas transparentes y establecer mecanismos efectivos de control de los responsables públicos. Queremos un nuevo contrato ético entre ciudadanía y representantes.

Tenemos que encontrar la forma de detener y revertir las insultantes desigualdades que se han producido en los últimos años. 

Queremos una auténtica democracia ciudadana, que obligue a los representantes a mandar obedeciendo. Una democracia con descentralización, con controles sociales sobre los presupuestos y con iniciativas y consultas vinculantes que ayuden a tomar decisiones compartidas y legitimadas.
Necesitamos instituciones que apuestan por la economía social y para la creación de empleo sostenible. La contratación pública deberá respetar criterios de justicia social y ambiental.
Muchas de estas propuestas han sido defendidas, desde hace tiempo, por movimientos sociales, vecinales y sindicales y por diferentes espacios políticos. Pero no las podremos salir adelante sin la implicación de toda la ciudadanía.

Rescatar la democracia de los poderes que la mantienen secuestrada es un reto difícil, ambicioso, pero al mismo tiempo apasionante. Exige la gestación de nuevas herramientas de articulación social y de intervención política donde se encuentre la gente organizada y la que comienza a movilizarse. La que lleva tiempo luchando y la que se siente estafada pero anhela ilusionarse con un proyecto común.
Por eso impulsamos esta Plataforma ciudadana. Para construir una candidatura de confluencia con vocación ganadora, de mayorías. Una candidatura ilusionante, con presencia en los barrios, en los lugares de trabajo, en el mundo de la cultura, que nos permita transformar las instituciones en beneficio de la gente.

No queremos ni una coalición ni una mera sopa de letras. Queremos huir de las viejas lógicas de partido y construir nuevos espacios que, respetando la identidad de cada uno, vayan más allá de la suma aritmética de las partes que los integran. Pensamos que nuestra ciudad reúne las condiciones para hacerlo posible.


A pesar de la dureza de la crisis, se ha abierto una brecha histórica que ni podemos ni queremos desaprovechar. Vivimos tiempos excepcionales que exigen iniciativas valientes y creativas. Si somos capaces de imaginar otra ciudad, tendremos el poder de transformarla.

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