MANIFIESTO
Vivimos tiempos de cambios
profundos. Aprovechando el contexto de crisis, los poderes económicos han
emprendido una abierta ofensiva contra los derechos y las conquistas sociales
de la mayoría de la población. Asimismo, el anhelo de democracia real es cada
vez más intenso en las plazas, en la calle, en la red pero también en las
urnas.
Durante los últimos años,
multitud de movimientos e iniciativas ciudadanas han denunciado la estafa que
sufrimos y han evidenciado la incapacidad de la vieja política para dar
respuesta a las necesidades de la gente. Estas iniciativas, sin embargo, a
menudo se han topado con la arrogancia de unas élites que se sienten impunes,
que no subsanan sus errores y que ahora nos quieren imponer una segunda
transición para que nada cambie.
No nos podemos permitir un nuevo
bloqueo institucional desde arriba que nos deje sin futuro. Debemos fortalecer,
más que nunca, el tejido social y los espacios de auto organización ciudadana.
Pero ha llegado la hora, también, de re-apropiarnos de las instituciones para
ponerlas al servicio de las mayorías y del bienestar común.
Para demostrar que lo sabemos
hacer de otra manera tenemos que ir paso a paso. Y el primer paso es empezar
por lo que conocemos de cerca: el ámbito municipal, nuestra ciudad, nuestros
barrios. Novelda es un espacio importante
para la rebelión democrática que se necesita. En primer lugar, porque ya
dispone de un tejido asociativo y cuando ha decidido movilizarse, ha logrado
cambiar decisiones equivocadas. Segundo, porque una rebelión democrática en
Novelda no sería un fenómeno meramente local. Conectaría con muchas iniciativas
hermanas que buscan romper desde abajo con el actual régimen político y
económico. En nuestro país, en el conjunto del Estado y en Europa.
Porque creemos en el derecho a
decidir, queremos decidir, aquí y ahora, como debe ser la Novelda que
necesitamos y deseamos. Estamos hartos de prepotencia, conformismo y de la
ausencia de participación ciudadana en la política municipal.
Queremos una ciudad que promueva
la honestidad de los gobernantes. Se debe poner fin a la acumulación de cargos,
limitar los sueldos y mandatos, impulsar agendas transparentes y establecer
mecanismos efectivos de control de los responsables públicos. Queremos un nuevo
contrato ético entre ciudadanía y representantes.
Tenemos que encontrar la forma de
detener y revertir las insultantes desigualdades que se han producido en los
últimos años.
Queremos una auténtica democracia
ciudadana, que obligue a los representantes a mandar obedeciendo. Una
democracia con descentralización, con controles sociales sobre los presupuestos
y con iniciativas y consultas vinculantes que ayuden a tomar decisiones
compartidas y legitimadas.
Necesitamos instituciones que
apuestan por la economía social y para la creación de empleo sostenible. La
contratación pública deberá respetar criterios de justicia social y ambiental.
Muchas de estas propuestas han
sido defendidas, desde hace tiempo, por movimientos sociales, vecinales y
sindicales y por diferentes espacios políticos. Pero no las podremos salir
adelante sin la implicación de toda la ciudadanía.
Rescatar la democracia de los
poderes que la mantienen secuestrada es un reto difícil, ambicioso, pero al
mismo tiempo apasionante. Exige la gestación de nuevas herramientas de
articulación social y de intervención política donde se encuentre la gente
organizada y la que comienza a movilizarse. La que lleva tiempo luchando y la
que se siente estafada pero anhela ilusionarse con un proyecto común.
Por eso impulsamos esta
Plataforma ciudadana. Para construir una candidatura de confluencia con
vocación ganadora, de mayorías. Una candidatura ilusionante, con presencia en
los barrios, en los lugares de trabajo, en el mundo de la cultura, que nos
permita transformar las instituciones en beneficio de la gente.
No queremos ni una coalición ni
una mera sopa de letras. Queremos huir de las viejas lógicas de partido y
construir nuevos espacios que, respetando la identidad de cada uno, vayan más
allá de la suma aritmética de las partes que los integran. Pensamos que nuestra
ciudad reúne las condiciones para hacerlo posible.
A pesar de la dureza de la
crisis, se ha abierto una brecha histórica que ni podemos ni queremos
desaprovechar. Vivimos tiempos excepcionales que exigen iniciativas valientes y
creativas. Si somos capaces de imaginar otra ciudad, tendremos el poder de
transformarla.
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